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lunes, mayo 15, 2006

XXI


Voy fundido a esta terminación
que no entiende de razones, en paz
conmigo mismo, con el corazón
abierto de par en par. Eso y más
pasa por mi cabeza. El destino
es mi aliado: voy escribiendo un cuento
y pronto va colmando mi escrito
un alud incontenible de versos,
de lunas y de cantos. La estrofa
implicada en el exceso, un poco
malévola, no detiene la cosa
y el poema va creciendo a lo loco.
Para cantar a voces, la sextina,
cuestión de trovadores y juglares
nómadas, acude a olas de rima
agitada para cruzar los mares
de la locura y hacer que camine
sin prisas, sin apuros, este canon.
A ratos siento que ya es factible
el uso abusivo de este lado
escondido de mi gélida pena.
Así, mientras discurre la palabra
que brinda sus dolores al poema
voy a escribir... vocación ingrata.