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lunes, mayo 15, 2006

XX


Atado a la condena de este canon
transita por mi mente el poema
envuelto en el abrigo de sus versos
de largo caminar, de viaje loco,
pugnando paso a paso lo factible,
leyendo y releyendo lo escrito,
burlando las ficciones de juglares,
llegando a donde ya no puede más.
Se asoma a la ventana con la rima
volando en el jardín de la palabra,
zumbando alrededor de cada cosa
que quede en el sendero de la pena,
rompiendo los esquemas de este cuento
que agota de dolor al corazón.
La musa se resiste a mi lado,
me deja de sus dones ya muy poco,
impide al poema que camine,
imprime en sus versos un destino
distinto al que le han dejado mares
de elocuencia, de misterio y de paz.
El borde peculiar de mi sextina
se acerca a la rutina, perra ingrata,
que duerme la fatiga de la estrofa
incógnita, de cruel terminación.