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lunes, mayo 15, 2006

VII


La luna que camina a mi lado
cubriendo de puñales mi destino,
llenando de dolor mi verso escrito
con reglas de artificio, simple canon,
allana la simpleza de la rima,
alivia la labor de los juglares,
alumbra los navíos de los mares
ocultos al envés de mi sextina.
Ay, luna extraviada en mi poema,
atada a los rigores de mis versos,
perdida entre los médanos de un cuento,
hundida y agobiada por la pena,
alivia las penurias de mi estrofa,
reaviva la función de esta ingrata
pasión de agricultor de la palabra
que busca aligerarse de la cosa
mortal que llega y crece sólo un poco
llenando de manías esta paz,
amontonando ideas más y más,
cubriendo las rutinas de este loco.
Ay, luna de la cruel terminación
del día, no permitas que camine
el tiempo que destruya lo factible
y llene de dolor mi corazón.