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lunes, mayo 15, 2006

XIV

Voces que gritan al alba, juglares
de pan y circo que no muestran más
alarma cuando les falla la rima
de la canción olvidada. Destino
de vida nueva, sonata de pena
ajada, que nos dificulta el cuento,
que nos entorpece el alma. La cosa
que temo yo y que a mi corazón
mata, es que mientras no camine
el poder de la palabra, (palabra
que se repite, que a mi lado
descansa), iré avanzando poco
y aún el poema clama. Los mares
de letras gimen y buscan la paz
del alma, el final de la sextina,
principio de la alborada. Ingrata
elegía que llora en una estrofa
fatal. La única terminación
admitida y anhelada, del canon
estricto y firme, de este poema
sin cara, es administrar los versos
sin que se note la trampa del loco
editar que pule, que hace factible
la nada.
............. (Quede esto por escrito).